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GUIA AUTÓNOMA

CENTRO DE FUSAGAUGÁ

CENTRO DE FUSAGAUGÁ

RUTAS DE PATRIMONIO CULTURAL

¡Bienvenidos a la Guía Autónoma de Fusagasugá:

Rutas de Patrimonio Cultural!

Esta guía ha sido diseñada para que explores a tu propio ritmo el corazón de nuestro municipio, un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan. Más allá de su vibrante vida urbana, el Centro de Fusagasugá es un tesoro de historia y cultura. Con cada paso que des, descubrirás historias fascinantes detrás de sus edificios, parques y monumentos, que son testigos silenciosos de la identidad de nuestra comunidad. Prepárate para una inmersión completa en la riqueza patrimonial que hace de Fusagasugá un lugar único, ideal para aquellos curiosos por conocer el alma de un territorio.

RUTAS DE PATRIMONIO CULTURAL

¿Por qué explorar nuestro centro?

Explorar el centro de Fusagasugá es mucho más que una simple caminata; es una oportunidad para conectar con la esencia de nuestra ciudad. Cada calle, parque y edificación narra una parte de nuestra historia, desde las costumbres ancestrales hasta los eventos que moldearon nuestra identidad. Al recorrer estos espacios, no solo estarás admirando monumentos, sino que también descubrirás el legado cultural que late en el corazón del municipio. Es una invitación a ver con otros ojos la historia viva que se esconde detrás de la cotidianidad, y a entender cómo el pasado ha construido el presente de Fusagasugá.

Ruta 1 – Sector Suroriental.

Ejemplo representativo del estilo francés neoclásico, con una edificación de tres pisos y una superficie construida de 1.600 metros cuadrados. Cuenta con techos en yeso, pisos, puertas y ventanas en madera. Los jardines fueron diseñados con magnolios y azaleas dispuestos de manera simétrica; según la tradición local, fueron sembrados por el poeta José Asunción Silva. También se destaca un magnolio trasplantado desde la Hacienda La Palma por José Celestino Mutis.

La casona fue declarada Monumento Histórico en 1988 mediante el Acuerdo 063 del Concejo Municipal, y más adelante fue reconocida como Monumento Nacional mediante el Acuerdo 602 de 1996, por ser un valioso ejemplo de la arquitectura de los siglos XVIII y XIX.

Conocida inicialmente como “El Casino”, la casona fue construida en 1850 por la familia Uribe Cordovéz, proveniente de Popayán. En 1875 fue adquirida por don Demetrio Paredes, quien la reestructuró inspirándose en las viviendas de la ciudad de Coburgo, ubicada en Baviera, al sureste de Alemania. Para ello, importó la mayoría de los materiales directamente desde Europa y rebautizó la propiedad como Coburgo, en honor a su esposa Antonia Goelkel, oriunda de dicha ciudad.

1. Quinta Coburgo

A comienzos del siglo XX, la propiedad pasó a manos de don Luis Bonnet y su esposa Tonny. Hacia 1935, durante la alcaldía de Teodoro Aya, la familia decidió donarla al municipio. Desde entonces ha tenido diversos usos: calabozo, cuartel de Policía, sede de la Umata y de la Secretaría de Cultura, entre otros.

La Quinta Coburgo ha sido testigo de varios hechos históricos relevantes. En 1883 se redactaron allí los borradores de la Constitución Nacional de 1886. En 1905, el presidente Rafael Reyes visitó la casa, desde donde impulsó la organización del ejercicio de la abogacía, la atención a los lazaretos y la construcción de la vía San Miguel, que comunicaría a Fusagasugá con Bogotá.

En 1929, Enrique Olaya Herrera proclamó en este lugar su aspiración a la presidencia para el periodo 1930–1934.

Fecha: Circa 1850 Ubicación: Carrera 3 con Calle 12 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / arquitectónico

2. Parque Bonet o Coburgo

El área donde actualmente se ubica el parque formaba parte de la Quinta Coburgo hasta que fue adquirida por la Administración Municipal durante el periodo de la alcaldesa Magdalena Sabogal de Urrego (1985–1986).

La construcción del parque se llevó a cabo durante la administración de William García (2001–2003), con el objetivo de crear un espacio para la recreación y la cultura. En este proceso se integró una concha acústica y otras infraestructuras de carácter recreativo.

Durante el gobierno del alcalde Ardila (2005–2008), fue trasladado al parque el monumento La Alegoría al Hombre, anteriormente ubicado en la Plaza Mayor. Posteriormente, el lugar entró en un periodo de abandono que afectó su seguridad. Sin embargo, en las últimas tres administraciones se han realizado esfuerzos para su recuperación, a través de labores de mantenimiento y la programación de actividades culturales promovidas por el municipio.

El Parque Bonet constituye uno de los pocos espacios públicos de gran extensión en Fusagasugá que permite a sus habitantes interactuar con el entorno natural. Además, posee un notable valor histórico por haber sido concebido como un amplio espacio verde en una época en la que la ciudad contaba con escasas zonas de esparcimiento y reunión familiar. Actualmente, goza de un alto reconocimiento entre los fusagasugueños.

Fecha: Circa 1850 Ubicación: Carrera 3 con Calle 12 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / urbano

La escultura Alegoría al Hombre fue realizada en homenaje a la raza humana durante la administración de Leonor Serrano de Camargo (1989–1990), y se constituyó en la primera obra de arte público instalada en Fusagasugá.

Inicialmente se encontraba en el parque principal de la ciudad, donde se convirtió en un importante atractivo turístico. En el año 2008 fue trasladada al Parque Coburgo, pero el proceso de traslado implicó la modificación de la obra: se eliminó la pileta original, que incluía un estanque con juegos de agua, luces y una disposición axial de las figuras en planta cuadrada. Para entonces, la pieza central ya había perdido el tridente que sostenía, lo cual afectó su sentido alegórico.

En años recientes, se instaló frente a la escultura un letrero gigante con el nombre de la ciudad, lo que ha alterado aún más su significado simbólico. Actualmente, la escultura ha perdido parte de su reconocimiento ciudadano, en parte porque el parque donde se encuentra tiene acceso restringido, a pesar de ser un espacio público.

Con una altura de 3,5 metros y un diámetro de 5 metros, la escultura representa alegóricamente a Neptuno, deidad romana de origen griego, dios de los mares y agitador de las tierras. Tradicionalmente, esta figura se representa con un tridente y un caballo, elementos que refuerzan su simbología. La ausencia del tridente en la obra original desvirtúa parte de su sentido estético y conceptual.

Se presume que la elección de esta figura mitológica está relacionada con el vínculo ancestral que las culturas prehispánicas de la región central de la cordillera Oriental mantenían con el agua, considerada una fuerza poderosa que lograban dominar mediante su adaptación al entorno natural.

3. Alegoría al Hombre

A pesar de las modificaciones sufridas por la obra, aún es posible apreciar la fuerza expresiva y el dinamismo de su composición. Su calidad plástica es destacable, especialmente considerando que fue elaborada en concreto, un material difícil de trabajar para lograr detalles tan elaborados como las venas del cuerpo y otros rasgos anatómicos.

Alegoría al Hombre es la ópera prima del artista Luis Eduardo Suárez, quien la realizó a los 22 años de edad. En la actualidad, Suárez es un reconocido escultor cundinamarqués, cuya obra se ha dedicado a honrar la memoria y la identidad de los pueblos de esta región del país.

Fecha: 1990 Ubicación: Carrera 3 con Calle 12 Tipo: Patrimonio cultural mueble

4. Instituto Técnico Industrial – Escuela General Santander

En 1926, la familia Bonnet donó los terrenos aledaños a la Quinta Coburgo, lo que permitió el desarrollo de la Carrera Sexta hacia el sur. En esta zona se comenzaron a construir varios equipamientos, entre ellos la Escuela Santander, el Coliseo de Deportes y el Coliseo de Exposiciones.

Según una placa ubicada en su entrada principal —actualmente oculta por la construcción reciente de una rampa—, la edificación de la escuela habría comenzado en 1928. Fue conocida también como “la escuela del parque”, debido a que al frente, sobre la Carrera Sexta, existía un parque con un lago.

Dentro de sus instalaciones se encuentra la cancha Pastor Sarmiento, nombrada así en honor a un sacerdote que promovía el deporte, y que ha sido escenario de varios campeonatos nacionales.

El 6 de mayo de 1940, la institución adoptó el nombre de Escuela General Santander en homenaje al prócer, con motivo del centenario de su fallecimiento. Inicialmente funcionó como escuela femenina, pero a partir de la década de 1990 se convirtió en una institución mixta.

Originalmente ofrecía educación básica primaria (de primero a quinto grado), pero con el tiempo evolucionó hasta convertirse en el actual Instituto Técnico Industrial, uno de los colegios más representativos de Fusagasugá.

La edificación corresponde a un modelo de arquitectura republicana, que conserva aún varios de sus elementos originales: una imponente fachada de configuración horizontal decorada con molduras, un atrio en la entrada principal, pisos en baldosa con diseños característicos de los años cuarenta, techos altos y corredores amplios rodeados por columnas elevadas.

Se trata de un ejemplo representativo de la arquitectura educativa nacional de la década de 1940. Entre sus características destacadas se encuentra la altura de las ventanas respecto al nivel de la calle, diseñada para evitar distracciones causadas por el paso de transeúntes.

Otros detalles notables incluyen el tratamiento de las esquinas en chaflán curvo, los altos cielorrasos que favorecían la ventilación e higiene, y la disposición de los tableros y pupitres en función de la entrada de luz natural: la luz debía iluminar el lado izquierdo del tablero para evitar sombras al escribir, una medida que también influía en la orientación de los pupitres.

Fecha: 1928–1940 Ubicación: Carrera 6 # 13-34 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / arquitectónico

5. Bolos Bochica

Don Víctor Manuel Daza, propietario del terreno, construyó en el lugar varias bodegas, y en la primera de ellas —de oriente a occidente— instaló una bolera. Para ello utilizó implementos que había conservado durante varios años, con la intención de dotar a la ciudad de un espacio dedicado al esparcimiento y la recreación.

Durante muchos años, el espacio fue arrendado al ingeniero Fabio Acosta, quien, junto con la familia Berbeo, impulsó la afición por este deporte mediante la organización de campeonatos entre empleados de distintas empresas, especialmente bancarias y del municipio.

Desde sus inicios, el lugar ha contado con la presencia de don Pedro José Sabogal Guzmán, quien hoy preside el Club de Bolos Bochica y ha sido un pilar fundamental en la conservación de este sitio emblemático para la ciudad.

El valor de este lugar radica en la originalidad de su diseño y en la construcción de sus cuatro pistas de bolos, elaboradas en madera de roble curado. Inicialmente, el funcionamiento era completamente manual, utilizando los tradicionales chinómetros. En la década de 2000, las pistas fueron automatizadas, manteniendo, sin embargo, su carácter simbólico como espacio de encuentro y tradición recreativa en Fusagasugá.

Fecha: Circa 1980 Ubicación: Calle 12 # 5-10 Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria

6. Quebrada La Parroquia

La quebrada La Parroquia atravesaba originalmente la finca Pekín, propiedad de la familia Aya Villaveces. Su cauce natural seguía el trazado que hoy ocupa la Avenida Las Palmas. Sin embargo, con la construcción de las urbanizaciones Villa Mayorga en la década de 1970, su curso fue desviado hacia la quebrada del barrio El Tejar.

Desde entonces, el tramo comprendido hasta su conexión con la Avenida Las Palmas recibió el nombre de quebrada La Parroquia. A partir de ese punto, adopta el nombre de quebrada Sabaneta.

En la actualidad, al pasar por la Carrera Sexta, la quebrada permanece oculta debido a la construcción de un muro a ambos lados del puente, diseñado para evitar que se arrojen basuras al cauce. Aunque dicho muro ha servido como soporte para un mural artístico alusivo a la riqueza natural de la región, también ha contribuido a ocultar el paisaje natural dentro del entorno urbano.

Ubicación: Carrera 6 con Calle 12 Tipo: Patrimonio natural

7. Bodegas Cafeteras

Aunque se desconoce la fecha exacta de construcción de las bodegas cafeteras, por su lenguaje arquitectónico se presume que fueron edificadas a mediados del siglo XX. Su localización obedece probablemente a una decisión estratégica, ya que se encontraban sobre el antiguo corredor vial que conectaba a Fusagasugá con Bogotá por la vía San Miguel, así como con la vía hacia el occidente, donde se ubicaban importantes haciendas cafeteras de la región del Sumapaz.

Estas edificaciones pertenecieron a la Federación Nacional de Cafeteros, entidad que realizaba aquí la compra directa de café a pequeños productores. Existen registros fotográficos de la época en los que se observa una intensa actividad comercial en torno al café, al punto de utilizar la misma calle como espacio de procesamiento y secado del grano, antes de su venta a la Federación.

A lo largo de la Calle 11 operaban numerosos locales conocidos como compras de café, donde se adquirían pequeñas cantidades a campesinos de la región. Posteriormente, el café era secado, clasificado y entregado a la Federación Nacional de Cafeteros, que solo recibía producto ya procesado y en grandes volúmenes.

En la actualidad, gran parte del espacio de las antiguas bodegas ha sido adaptado para el funcionamiento de locales comerciales dedicados a la venta de materiales de construcción. Solo permanecen en funcionamiento dos espacios dedicados a la compra de café.

Aún es posible encontrar algunas compras de café sobre la Calle 11 con Carrera 9. En esta misma zona se localiza el edificio donde funcionan las oficinas del Comité de Cafeteros de Cundinamarca. Además, en una de las bodegas opera actualmente una compra de cafés especiales colombianos destinados a la exportación internacional.

Fecha: Circa 1950 Ubicación: Calle 11 con Carrera 5 Tipo: Patrimonio cultural inmueble

8. Cinema Los Ángeles

A raíz del auge del formato Betamax en la década de 1990, los principales teatros del centro de Fusagasugá —como el Teatro Cultural Ricaurte, El Potosí y El Escorial— se vieron obligados a cerrar sus puertas debido a la disminución en la asistencia del público y a las crecientes presiones económicas.

En este contexto, surgió el Cinema Los Ángeles, inaugurado en 2006, como una nueva propuesta cultural adaptada a las dinámicas contemporáneas del entretenimiento audiovisual.

Lo que hace especialmente valioso este lugar es su localización en una antigua bodega cafetera, cuya estructura fue conservada para darle un nuevo uso como sala de cine. Esta transformación representa un ejemplo destacado de adaptación arquitectónica, donde se respetan y aprovechan las cualidades espaciales del edificio original. Este tipo de reconversión es poco frecuente en Fusagasugá, lo que aumenta su valor simbólico y patrimonial.

Fecha: 2006 Ubicación: Calle 12 # 5-10 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / inmaterial – memoria

9. Casa Colonial – Señoritas Moreno

Aunque se desconoce la fecha exacta de construcción de esta edificación, su lenguaje arquitectónico —particularmente la composición de su fachada— permite inferir que se remonta a las primeras construcciones coloniales, posiblemente de los siglos XVI o XVII.

Durante ese periodo, era común que las fachadas presentaran vanos de ventana de distintos tamaños y sin una organización compositiva clara. Esta aparente irregularidad respondía a necesidades funcionales de ventilación interior, más que a criterios estéticos orientados hacia el diseño exterior.

Se presume que, en el momento de su construcción, la casa se encontraba en una zona rural, próxima al camino que conectaba Fusagasugá con el occidente del país. Esta hipótesis se basa en su ubicación actual, alejada por varias cuadras del casco fundacional.

 

A pesar de las transformaciones urbanas de su entorno, la edificación ha logrado conservar su volumen y fachada original, resistiendo la densificación del sector y constituyéndose en un valioso testimonio de su época.

El valor patrimonial de esta casa reside en su autenticidad como ejemplo del lenguaje arquitectónico colonial, del cual quedan escasas muestras en el repertorio construido de Fusagasugá.

La vivienda perteneció a la distinguida familia Moreno, parientes del reconocido médico Jesús Antonio Díaz Amaya, conocido como “Tuco Díaz”. Una de sus integrantes, la señorita Elvira Moreno, fue por varios años síndica del Hospital San Rafael de Fusagasugá y delegada del Concejo Municipal ante la Fundación Los Crepúsculos, entidad encargada en su momento del cuidado y sostenimiento del Ancianato San Rafael.

A comienzos del siglo XX, esta casa también albergó la sede de la Notaría Única de Fusagasugá.

Fecha: Circa siglo XVII Ubicación: Calle 11 con Carrera 5 Tipo: Patrimonio cultural inmueble

10. Casa urbana de los años 1930

Esta es la única construcción en la cuadra que conserva intactas las características originales de su fachada. El inmueble reúne elementos arquitectónicos diversos, propios de un periodo de transición entre el lenguaje moderno y el estilo republicano, con influencias del neocoloniales.

Entre sus elementos destacados se encuentran los frontones en las fachadas, aleros cortos, decoraciones orgánicas, un antejardín, y un porche de acceso con tejadillo. Este tejadillo y las ventanas están decorados con molduras en su parte inferior. 

La fachada simétrica, en ladrillo a la vista, incorpora un muro ático rematado a manera de frontón, cornisas superiores en las ventanas, teja de barro y elementos ornamentales con formas orgánicas. El uso del ladrillo como material visible en fachada comienza a popularizarse precisamente en este periodo.

La construcción de esta vivienda es testimonio del surgimiento de una nueva clase media con mayor poder adquisitivo, fortalecida por el auge de la comercialización cafetera. Este grupo social impulsó la consolidación de un nuevo tejido urbano, relativamente pequeño, pero influyente en la transformación del paisaje arquitectónico local, donde comenzaron a valorarse los detalles ornamentales y estéticos.

Cabe resaltar su ubicación sobre la Carrera Quinta, que en ese momento era paso obligatorio para tomar la carretera nacional hacia San Miguel.

Fecha: Circa 1930 Ubicación: Carrera 5 # 9-24 Tipo: Patrimonio cultural inmueble

11. Colegio de la Presentación

Este imponente edificio representa un referente histórico en la formación, educación e intercambio de saberes en Fusagasugá y la provincia del Sumapaz. Durante más de cien años ha estado estrechamente vinculado con la educación de mujeres católicas, consolidándose como un pilar en el fortalecimiento del capital cultural y social de la región. Aunque hoy en día ofrece educación mixta, su historia ha estado asociada principalmente a la formación femenina.

Arquitectónicamente, el edificio destaca por el uso de ladrillo a la vista y por una volumetría sencilla pero expresiva. Su composición asimétrica se acentúa con la presencia de una escalera exterior que enriquece el conjunto, así como por un relleno elevado que nivela el terreno y se aprovecha para conformar terrazas elevadas.

El diseño contrasta con la organización ortogonal de columnas y ventanas cuadradas. Aunque parte de la ornamentación original ha sido modificada con el tiempo, aún se conservan elementos distintivos, como algunas de las primeras rejas, no muy elevadas, que reflejan el estilo de época.

El conjunto arquitectónico evidencia distintas etapas constructivas, añadidas progresivamente en respuesta a las necesidades de crecimiento y adaptación de la comunidad educativa.

Fecha: Circa 1940 Ubicación: Calle 12 # 5-10 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / inmaterial – memoria

12. Teatro Cultural Ricaurte

El Teatro Cultural Ricaurte estuvo ubicado en la Carrera Quinta entre Calles Novena y Décima. Surgió a finales de la década de 1960 por iniciativa de la comunidad educativa del Colegio Ricaurte, que, mediante actividades culturales, logró reunir los recursos económicos necesarios para su construcción.

Durante las décadas de 1970 y 1980, el espacio tuvo un uso mixto como sala de cine y escenario para actividades culturales de la ciudad. Sin embargo, con el traslado del Colegio Ricaurte a su nueva sede en el barrio San Mateo, las actividades culturales dejaron de realizarse en el teatro debido a la lejanía.

A partir de entonces, el lugar continuó funcionando únicamente como cinema hasta que la llegada de nuevas tecnologías, como el Betamax y el VHS en la década de 1990, provocó una crisis en este tipo de espacios.

Finalmente, en las primeras décadas del siglo XXI, las directivas de la Diócesis de Girardot —propietaria del predio— decidieron venderlo. El antiguo teatro fue demolido y reemplazado por un parqueadero y locales comerciales, marcando el fin de uno de los espacios culturales más emblemáticos de la ciudad.

Ubicación: Carrera 6 entre calles 9 y 10 Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria

13. Casa de la Mona (Chilli Peppers)

El predio donde actualmente funciona el restaurante Chilli Peppers estuvo originalmente ocupado por una casona de estilo republicano perteneciente a la familia Díaz Amaya, conformada por don Pedro Eulogio Díaz y Jesús Amaya, conocida popularmente como la Mona Jesús.

En esta casa, que era también su residencia, la familia estableció un negocio inicialmente dedicado a la venta de productos lácteos. Más adelante, por iniciativa de uno de los hijos, don Pedro Antonio Díaz Amaya, incursionaron con éxito en el comercio de encurtidos y pollos asados.

.El crecimiento del negocio llevó a la apertura de un asadero campestre sobre la Avenida Panamericana, en el cruce vial que conduce al municipio de Arbeláez. Este lugar alcanzó gran reconocimiento regional y se consolidó como el origen de una tradición culinaria basada en la producción de chorizos y otros embutidos, especialmente las reconocidas Varas de Don Pedro, asociadas culturalmente a Fusagasugá y con proyección a nivel nacional.

En años recientes, los herederos de la familia Díaz Amaya decidieron demoler la antigua casona para construir la edificación que hoy alberga el restaurante Chilli Peppers. Sin embargo, otros miembros de la familia han continuado con la tradición gastronómica en distintos locales de la ciudad e incluso en otras regiones del país.

Ubicación: Esquina suroriental de la Carrera 6 con Calle 10 Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria

14. Casa Republicana

Se presume que esta edificación fue construida hacia la década de 1890, en un contexto de bonanza económica derivada de la producción cafetera en la región del Sumapaz. Esta prosperidad impulsó la construcción de varias casas con características similares en la ciudad.

La vivienda representa un lenguaje arquitectónico de transición entre los estilos colonial y republicano.

En su diseño se conservan elementos coloniales como la volumetría y los amplios alerones sobre la fachada, combinados con rasgos propios del estilo republicano: composición ordenada de puertas y ventanas, uso de cornisas, barandas en hierro forjado y marcos de ventana decorados.

Un detalle notable es el tratamiento de la esquina, redondeada a manera de gesto ornamental típico de la arquitectura republicana. La casona aún conserva el amplio alerón que se extiende sobre la calle, característico de las construcciones de la Carrera 6 entre las calles 10 y 7.

Se destaca que los propietarios de estas casas compartían una conciencia estética común, lo que generaba uniformidad en el diseño de fachadas y cubiertas entre vecinos, incluso en ausencia de normativas urbanas que lo exigieran.

El alerón, que no contaba con un canal recolector de agua, parece haber sido diseñado con dimensiones suficientes para mitigar el impacto de la lluvia y evitar el salpique sobre la fachada. Además, este efecto se contrarrestaba mediante la construcción de un zócalo pintado de color oscuro, pensado para disimular las salpicaduras provocadas por el tránsito de carretas y, más tarde, de automóviles.

Fecha: Circa 1890 Ubicación: Carrera 6 #9-60 Tipo: Patrimonio cultural inmueble

15. Heladería Nápoles

La Heladería Nápoles es una de las más tradicionales y reconocidas de Fusagasugá, también conocida como la ciudad jardín de Colombia. Fue fundada en 1955 por don Samuel Aguilar y su esposa Blanca Caicedo, y desde entonces ha deleitado a generaciones con sus famosas paletas de fruta natural, elaboradas de manera artesanal.

El negocio ha permanecido en manos de la familia Aguilar, quienes han conservado esta valiosa tradición por más de seis décadas. Actualmente, es la cuarta generación la que lidera la empresa, contribuyendo a mantener viva la esencia y el legado familiar.

Hoy en día, las paletas se comercializan en dos puntos de venta: uno en el local original, ubicado en la Carrera Sexta con Calle Novena, en el centro de la ciudad, y otro en el Pueblito Fusagasugueño o Parador Turístico Fusacatán.

Para muchos habitantes mayores del municipio, la heladería no solo representa un referente comercial, sino también un espacio cargado de memoria afectiva. Es común ver a abuelos compartiendo una paleta con sus nietos mientras les relatan historias del pueblo y, por supuesto, anécdotas relacionadas con la heladería.

Cabe destacar que algunos sabores han mantenido la receta, el sabor y la presentación original desde la fundación del negocio. Su trayectoria ha trascendido las fronteras del municipio, siendo reconocida por figuras del ámbito político y cultural del país, e incluso mencionada en publicaciones y libros, lo que confirma su importancia dentro del patrimonio inmaterial de Fusagasugá.

Fecha: 1955 Ubicación: Carrera 6 #9-45 Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / preparación culinaria

16. Sabrosito

En esta esquina se encuentra una edificación parcialmente conservada, construida durante las primeras décadas del siglo XX. Originalmente, albergó las oficinas y almacenes de la Caja Agraria, y se destaca por haber sido una de las primeras construcciones en Fusagasugá diseñadas específicamente para uso institucional y de oficinas.

fue adecuado para albergar varios locales comerciales. Entre ellos, sobresalió el restaurante Sabrosito, uno de los primeros establecimientos de comidas rápidas en la ciudad, abierto en la década de 1970.

Con el posterior traslado de la Caja Agraria a la sede que hoy ocupa EMSERFUSA, el edificio El local contaba con una terraza cubierta —aún conservada— que se convirtió en un punto de encuentro habitual para la ciudadanía. Con el tiempo, el nombre del restaurante trascendió su función comercial y se consolidó como un referente urbano ampliamente reconocido, incluso después del cierre del establecimiento en la década de 1990.

Posteriormente, el lugar fue ocupado por el restaurante Solo Sopas, y más recientemente fue transformado en una panadería, que continúa funcionando hasta hoy. A pesar de los cambios de uso, muchas personas en Fusagasugá aún identifican esta esquina como el Sabrosito, manteniéndola viva como un punto emblemático para los encuentros sociales de la ciudad.

Fecha: Circa Siglo XX Ubicación: Esquina suroccidental de la Avenida Las Palmas con Carrera 6 Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria.

17. Café Real

En esta esquina se encontraba una casona republicana de dos pisos que, a lo largo del tiempo, albergó diversos locales comerciales. En su interior funcionó durante muchos años un billar, instalado en lo que originalmente fue el patio central de la vivienda, el cual fue cubierto para adecuarse al nuevo uso.

Uno de los locales que daba hacia la Avenida Las Palmas albergó el tradicional Café Real, un establecimiento que, desde la década de 1940, se convirtió en punto de encuentro para la élite fusagasugueña. Su nombre evocaba el Paseo Real, como se conocía entonces el primer tramo construido de la actual Avenida Las Palmas.

En el Café Real solían reunirse hombres de negocios y familias de la ciudad para conversar en torno a un café, en las mesas dispuestas en su terraza cubierta sobre la avenida. Este espacio combinaba la vida social, la tradición oral y el ritmo urbano en un mismo lugar.

Con el tiempo, la propiedad —que pertenecía a varios dueños— comenzó a deteriorarse debido a conflictos administrativos. La falta de mantenimiento condujo a su ruina total en el año 2008. Años después, la casona fue completamente demolida, poniendo fin a un importante referente de la vida social y comercial de mediados del siglo XX en Fusagasugá.

Fecha: Circa Principios del Siglo XX Ubicación: Esquina suroriental de la Avenida Las Palmas con Carrera 6 Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria

18. Avenida Las Palmas – Tramo 1: entre Carreras 4 y 7

La Avenida Las Palmas se desarrolló en varios tramos siguiendo el trazado natural de la quebrada La Parroquia. Se presume que su construcción fue impulsada en las primeras décadas del siglo XX, motivada por la necesidad de sanear el cauce de la quebrada, que probablemente se encontraba en condiciones ambientales precarias, al ser utilizada para la disposición de basuras y aguas residuales.

Este primer tramo incluyó trabajos de canalización de la quebrada y posteriormente un proceso de arborización en forma de alameda. Esta intervención evidencia una intención clara de embellecer la ciudad y de transformar el espacio en un lugar de paseo y encuentro ciudadano, como lo confirman las aerofotografías de la época.

De manera popular, este sector fue conocido como el camellón de Las Palmas, denominación que evoca su vocación como espacio público lineal, sombreado y propicio para la vida urbana compartida.

Fecha: Circa 1930–1940 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / urbano

19. Club Fusacatán

El Club Fusacatán fue fundado el 11 de octubre de 1942 por un grupo de comerciantes que se reunió en la Cacharrería Central con el propósito de conformar un club social para la ciudad. Su objetivo era ofrecer un espacio de encuentro para personas y familias, propiciando actividades sociales, culturales y deportivas, así como la difusión del conocimiento a través de seminarios, conferencias y talleres.

 

La sede actual fue construida en 1962, con un lenguaje arquitectónico moderno que destaca por el uso de amplias superficies vidriadas, revestimientos en piedra arenisca y un juego compositivo de llenos y vacíos que dan forma a una fachada sobria y elegante, sin otro ornamento que el ranurado horizontal de la piedra.

Originalmente, la edificación tenía dos plantas. Posteriormente fue objeto de una renovación en la que se adicionó un tercer piso, destinado a un salón de reuniones con acceso independiente, actualmente disponible para alquiler en eventos sociales.

Además, se construyó una edificación anexa sobre la esquina con la Carrera Quinta. En su tercer piso funcionó la emisora Nueva Época hasta el año 2020. Hoy en día, el edificio no solo alberga las instalaciones del club, sino también varios locales comerciales que complementan su función urbana.

Fecha: Circa 1962 Ubicación: Calle 8 # 5-02 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / arquitectónico

Ruta 2 - Sector Nororiental.

20. Edificio del Sumapaz – Actual Banco de Bogotá

El edificio donde actualmente funciona el Banco de Bogotá fue construido en la década de 1950, en el mismo predio donde operaba anteriormente el Banco del Sumapaz, una entidad bancaria regional creada a comienzos del siglo XX, en el contexto de la bonanza cafetera que impulsó el desarrollo económico de la provincia.

En ese periodo, un grupo de liberales de Fusagasugá, entre los que se destacaban Manuel Aya Caicedo y Fabio Lozano, asumieron un rol protagónico como promotores del progreso en la región.

Gracias a su liderazgo, la capital del Sumapaz llegó a contar con un banco, un hospital, asociaciones de abogados e ingenieros, dos imprentas modernas, una revista, tres periódicos y una de las tres bibliotecas públicas existentes en el departamento de Cundinamarca.

Durante las décadas de 1920 y 1930, el sistema bancario nacional vivió un proceso de concentración que llevó a la desaparición de muchas entidades regionales. El Banco del Sumapaz fue absorbido por el Banco de Bogotá, que posteriormente construyó el edificio actual para establecer allí una de sus sucursales.

La edificación es una de las pocas expresiones del lenguaje modernista de mediados del siglo XX que se conservan en el municipio. Su arquitectura destaca por el uso de piedra bogotana como material de revestimiento, una composición de llenos y vacíos que responde funcionalmente al uso interno del edificio, y la incorporación de quiebrasoles verticales, que cumplen tanto un rol técnico como ornamental. También se emplean mosaicos de Cristanac de colores, utilizados como elementos decorativos, lo que refuerza la estética moderna y sobria del conjunto.

Fecha: Circa 1950 Ubicación: Carrera 6 #7-77 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / arquitectónico

21. Antiguo Teatro Escorial

En este lugar se encontraba el Teatro Escorial, un gran teatro construido en la década de 1940 por la familia Ovalle, propietaria también del almacén Suramericana, ubicado en la conocida “calle caliente”.

El edificio presentaba una tipología de arquitectura tipo galería. En el primer piso contaba con graderías compuestas por sillas de madera, y en el segundo nivel disponía de un palco con sillas abullonadas. El escenario estaba dotado con telón, lo que permitía la realización de funciones teatrales además de proyecciones cinematográficas.

 

Durante sus primeras dos décadas de funcionamiento, el teatro se especializó en la exhibición de películas mexicanas, lo que contribuyó significativamente a la difusión y arraigo de la cultura mexicana en Fusagasugá.

A partir de la década de 1990, con la llegada de nuevas tecnologías de reproducción audiovisual como el Betamax y el VHS, el teatro entró en una etapa de crisis. El deterioro del inmueble y la disminución del público llevaron finalmente a sus propietarios a demolerlo para dar paso al Centro Comercial Escorial, que aún conserva su nombre como recuerdo del antiguo teatro.

Fecha: Circa 1940 Ubicación: Carrera 6 entre calles 7 y 8, costado oriental Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria

22. Café frente al Teatro Escorial

En el costado occidental de la Carrera 6, justo frente al antiguo Teatro Escorial, existía un café construido en la década de 1940. El lugar funcionaba no solo como cafetería, sino también como espacio recreativo, ya que contaba con un salón de billares y un campo de tejo en la parte posterior.

El establecimiento era atendido por coperas, mujeres que ofrecían servicios de acompañamiento a los clientes durante la toma de tragos de aguardiente, una dinámica común en los cafés tradicionales de la región andina colombiana hasta épocas recientes.

Este café funcionaba las 24 horas del día y ofrecía comidas típicas como aguapanela con queso, caldo parado, entreverado, caldo de gallina, entre otras preparaciones caseras que formaban parte del menú diario.

En su última etapa de funcionamiento, el café perteneció a la familia Molina, una familia de comerciantes que también operaba otros negocios en el centro de la ciudad. Entre ellos se encontraba un granero llamado El Patria, así como establecimientos dedicados a la fabricación y comercialización de productos como aceite de higuerilla y espermas (velas artesanales).

El café cerró definitivamente en la década de 1980, cuando fue demolido para dar paso a la construcción del actual Centro Comercial Hacienda.

Fecha: Circa 1940 Ubicación: Carrera 6 entre calles 7 y 8, costado occidental Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria

23. Casa Fundación Manuel Aya

La Carrera Sexta, en su tramo norte desde la Plaza Mayor, ha tenido múltiples denominaciones a lo largo del tiempo: Calle Real durante la época colonial, Carrera Bolívar en los siglos XIX y XX, y popularmente conocida como Calle Caliente. Este eje vial ha sido uno de los más importantes en el desarrollo urbano y comercial del municipio entre los siglos XIX y XX, razón por la cual aún se conservan varios inmuebles patrimoniales a lo largo de su trazado.

En esta vía se instalaron numerosos establecimientos comerciales vinculados al artesanado liberal del siglo XIX, así como expendios de chicha y espacios asociados a la vida nocturna. La intensa actividad comercial y nocturna de la zona dio origen al apelativo popular de calle caliente hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX. Posteriormente, las medidas higienistas y de control social frente a la prostitución contribuyeron a consolidar un imaginario sociocultural que asociaba el sector con lo marginal y lo peligroso.

En contraste con esta imagen, el inmueble ubicado al costado suroccidental de la Plaza Mayor —conocido como Casa Manuel Aya— representa una expresión del comercio de élite en la ciudad. Construida a finales del siglo XIX, esta casona albergó en su primera planta diversos establecimientos de alto nivel a lo largo de su historia. Entre ellos se destacan una botica que ofrecía productos importados desde Alemania y el Hotel Europa, considerado el primer alojamiento en la ciudad destinado a personas de alto poder adquisitivo.

Fecha: Circa 1890 Ubicación: Carrera 6 #7-03 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / arquitectónico

24. Casa Achuri

La Casa Achuri, construida hacia la década de 1890, es un testimonio de la bonanza cafetera que vivió la región del Sumapaz a finales del siglo XIX. Este periodo de crecimiento económico permitió el surgimiento de una burguesía local que impulsó una arquitectura con mayor valor estético, como expresión de prosperidad y modernidad. En este contexto, se construyó la casona, circunscrita por un atrio en piedra, que aún evidencia esta intención de embellecimiento urbano.

La edificación debe su nombre a la familia Achuri, quienes adquirieron la propiedad tras haber pertenecido originalmente a la familia Aljure. Se presume que esta última fue la constructora inicial, según lo afirma el párroco Julio Sabogal en su libro Historia y Geografía de Fusagasugá (1919), donde señala:

 

“La casa (cural) limita así: al oriente con calle pública, al occidente con el atrio, al sur con casa y solares de la familia Aljure.”

Este testimonio documental permitió resolver una antigua duda de la administración municipal sobre la localización de la casa de la familia Aljure.

La casona representa un claro ejemplo del periodo de transición entre la arquitectura colonial y la republicana en Colombia. Conserva elementos coloniales como el volumen racional, aleros sobre la fachada y cubierta inclinada. A estos se suman características propias del lenguaje republicano y neoclásico, tales como la organización simétrica de la fachada, el uso de molduras decorativas, barandas en hierro forjado y la incorporación del hierro como material estructural.

Se destaca además la conservación del paramento alineado con sus construcciones vecinas, lo que contribuye a mantener la configuración urbana fundacional de la plaza. Es probable que la construcción haya reutilizado muros de una edificación colonial anterior —en la que funcionó la cárcel municipal—, como lo evidencia el zócalo en piedra, característico de los cimientos coloniales.

Durante más de 80 años, uno de sus locales albergó el tradicional Café del Atrio, considerado un referente cultural y social de Fusagasugá. Fue un lugar de tertulia, encuentro, y actualización sobre los acontecimientos locales, ampliamente recordado por generaciones de habitantes.

Fecha: Circa 1890 Ubicación: Carrera 6 #7-03 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / arquitectónico

25. Plaza Mayor

La Plaza Mayor de Fusagasugá constituye un vestigio tanto del antiguo asentamiento indígena de los Sutagaos como del trazado urbano colonial que marcaría el desarrollo posterior del municipio. Se presume que este espacio geográfico fue el lugar donde se asentaba el pueblo Sutagao, elegido por su condición de cruce de caminos indígenas, lo que favorecía el intercambio comercial prehispánico.

Posteriormente, la plaza se convirtió en el punto central del trazado urbano ordenado por el oidor español Bernardino de Albornoz el 5 de febrero de 1592. A partir de entonces, se estableció un esquema urbano de tipo damero, compuesto por manzanas regulares y calles que convergían alrededor de la plaza, en torno al ritmo marcado por las campanas de la iglesia. Esta organización convivió con sistemas coloniales como la encomienda (establecida desde la década de 1540) y el resguardo indígena (ordenado desde el siglo XVII y vigente hasta entrado el siglo XVIII).

Aunque Fusagasugá no fue fundada formalmente como otras ciudades coloniales, sí se consolidó un trazado urbano que respondía a las ordenanzas de la Corona Española para las nuevas poblaciones en América. En este contexto, la Plaza Mayor es testimonio del proceso de colonización y evangelización, con una trama cuadrada orientada según las coordenadas geográficas, y con la iglesia ubicada en el costado oriental del espacio, como parte de una estrategia de adoctrinamiento. Esta disposición hacía coincidir el templo con el recorrido del sol, elemento sagrado para las comunidades indígenas.

 

Durante la época colonial, la plaza funcionó como mercado y espacio para actividades sociales y culturales, rol que mantuvo hasta el 14 de enero de 1962, cuando el mercado fue trasladado a su ubicación actual en la Calle 8 entre Carreras 10 y 11.

En sus primeros siglos, el perímetro de la plaza estuvo conformado por construcciones coloniales, posteriormente reemplazadas por edificaciones de estilo republicano a finales del siglo XIX, en el contexto de la bonanza cafetera. Ejemplos de este periodo son la Casa Fundación Manuel Aya y la Casona Aljure, ubicadas en el costado suroriental.

La iglesia actual es la cuarta construcción levantada sobre el mismo terreno. Fue construida entre 1909 y 1926 bajo la dirección del párroco Julio Sabogal. El atrio fue concluido en 1894 con recursos provenientes de un impuesto cobrado a los pequeños comerciantes que usaban la plaza, complementado con un préstamo del señor Manuel María Aya Caicedo, cuya deuda, según se dice, nunca fue saldada.

Con el paso del tiempo, la arquitectura del entorno de la plaza continuó renovándose, destacándose la construcción del Palacio Municipal con un lenguaje modernista. En 1967, durante la administración del alcalde Teodoro Aya Villaveces, se emprendió una transformación del espacio público que consistió en aterrazar la superficie —originalmente inclinada, en piedra y en un solo plano— mediante la construcción de escaleras, jardineras en el costado oriental y un nuevo acabado en concreto y ladrillo. Esta intervención finalizó en 1972 (Plazas, 2019).

A partir de esa modificación, el espacio dejó de cumplir funciones de plaza de mercado y pasó a ser un lugar de recreación para la ciudadanía, lo que motivó su denominación como parque. Oficialmente se bautizó Parque Gaitán, aunque dicha denominación nunca fue acogida por la comunidad, que hasta hoy lo continúa llamando simplemente el parque principal.

Fecha: Circa 1592 Ubicación: Carreras 6 y 7 entre calles 6 y 7 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / urbano

26. Casa Parroquial / Colegio Ricaurte

La edificación ubicada en este punto ha sido objeto de diversas transformaciones a lo largo de su historia. Su origen se remonta al momento fundacional de la ciudad, en el siglo XVI, cuando se construyó una casa parroquial de un solo piso con arquitectura típica de la época colonial.

Esta primera estructura fue demolida a mediados del siglo XX para dar paso a un edificio de dos plantas, con un lenguaje arquitectónico modernista. En su parte posterior se construyó el Colegio Parroquial Ricaurte, institución educativa que más adelante adoptó el nombre de Colegio Diocesano Ricaurte, antes de ser trasladada a su actual sede en el barrio San Mateo.

A comienzos del siglo XXI, el edificio fue nuevamente remodelado, adquiriendo la apariencia que presenta hoy en día. Esta intervención buscó armonizar su fachada con la de su vecino del costado sur, integrando elementos como balcones, alerones y cornisas decorativas. Sin embargo, dicha remodelación ha sido considerada un falso histórico, ya que reproduce formas arquitectónicas que no corresponden a la época original de construcción del inmueble, ni a su lenguaje modernista de mediados del siglo XX.

La intervención tuvo como objetivo homogeneizar el frente de fachada sobre la plaza principal, pero a costa de perder parte de la autenticidad histórica del edificio.

Fecha: Circa 1950 Ubicación: Carrera 6 #6-24 Tipo: Patrimonio cultural inmueble / inmaterial – memoria

27. Iglesia Nuestra señora de Belén

La Iglesia de Fusagasugá fue erigida como parroquia en 1650. A lo largo del tiempo, ha tenido cuatro edificaciones principales, documentadas en gran parte gracias a los manuscritos del párroco Luis Sabogal (1884–1934).

 Primera iglesia (1650–1707)

Según el Diccionario geográfico de los Estados Unidos de Colombia (p. 99) y el historiador Joaquín Acosta, el sacerdote Lucas Fernández de Piedrahita (1624–1688) habría sido cura de Fusagasugá hacia 1650. De ello se infiere que para esa época ya existía una estructura religiosa.
El párroco Luis Sabogal, citando al presbítero Joseph Ramírez de Poveda, describe la iglesia existente en 1707 como “de estantillos, bahareque y paja, vieja y maltratada”, lo que corresponde con las formas constructivas coloniales.

Segunda iglesia (1707–1865)

Ramírez de Poveda inició la reconstrucción de la iglesia en 1707. En palabras suyas, se levantó “en tapia con estribos de cal y canto, cubierta de teja”, incluyendo dos arcos de ladrillo y cal —uno en la puerta principal y otro en la lateral— y una torrecilla de campanas en el costado de la entrada principal.

Tercera iglesia (1865–1908)

Fue construida por el presbítero Antonio R. Martínez en 1865, empleando tapia, adobe y ladrillo. Esta estructura se mantuvo en pie hasta el 19 de septiembre de 1908, cuando se desplomó parte del presbiterio.

Cuarta iglesia (1909–1926)

Tras el colapso parcial de la tercera iglesia, el párroco Luis Sabogal asumió el reto de coordinar la construcción de una nueva edificación. La obra comenzó en junio de 1909 y finalizó en 1926. Mientras tanto, el pequeño sagrario fue trasladado a la sala de la casa cural, que funcionó como capilla provisional durante tres años.

La actual iglesia representa un periodo de transición entre la arquitectura colonial y el estilo clásico (orden toscano). Su diseño fue elaborado gratuitamente por Joaquín Gómez Otero, quien incluyó dos torres y tres amplias puertas que conectan con el atrio.

Aunque se reconoce como una obra del orden clásico toscano, su lenguaje arquitectónico responde al estilo neoclásico propio de finales del siglo XIX y comienzos del XX, con influencias del Renacimiento y de las arquitecturas griega y grecorromana. Se destacan elementos como capiteles, cornisas, columnas y arcos.

La construcción fue ejecutada por el maestro Julio Martínez, oriundo de Cáqueza. En los elementos arquitectónicos de la iglesia —especialmente en arcos, columnas y torres— se registran los nombres de los benefactores que contribuyeron con donaciones, especialmente miembros de la élite local. Estas contribuciones fueron impulsadas por iniciativas como las veladas literarias organizadas por el padre Sabogal, en las que personalidades como Manuel José Patiño y Manuel María Aya disertaban sobre temas sociales y culturales.

Casa parroquial

La casa parroquial, ubicada en el costado sur de la iglesia, fue edificada hacia los años 1940. Su estilo arquitectónico es similar al de la casona Achuri (antigua casa Aljure), con rasgos de la arquitectura de transición de finales del siglo XIX. Aunque su valor no reside en la originalidad constructiva, destaca por su papel contextual en el conjunto urbano y por su permanencia histórica como sede de la casa parroquial.

La Patrona (1707)

En 1707, el presbítero José Ramírez de Poveda ya hacía referencia al “milagroso cuadro” de la Virgen con el Niño. Por entonces, se cambiaron las coronas de plata sobredorada por estar deterioradas, y aunque el marco del lienzo fue reemplazado varias veces, la pintura original se mantuvo en buen estado.

El presbítero relató una anécdota relacionada con el colapso de la tercera iglesia: quince días antes del derrumbe, el cuadro cayó, pero no sufrió daño alguno. Este hecho fue interpretado como un milagro, y solo se cambió el marco, el cual fue donado por la señorita Cleofé Díaz.

Fecha: Circa 1650 Ubicación: Carrera 6 # 6 - 04 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

28. Escultura Orquídea

Ubicada en el costado nororiental de la plaza principal, esta escultura fue instalada en el marco de la última remodelación del espacio en el año 2008. Su diseño busca rendir homenaje a la orquídea, reconocida como flor insignia tanto de Fusagasugá como de Colombia, así como a la amplia variedad de flores cultivadas en la región. Estas características han dado a la ciudad el apelativo de Ciudad Jardín de Colombia.

Además de resaltar la riqueza floral, la obra también hace alusión a la abundancia hídrica del municipio, atravesado por numerosos ríos y cuerpos de agua. Así, la pieza invita a reflexionar sobre la importancia de conservar los recursos naturales locales, amenazados por el acelerado desarrollo urbanístico.

La escultura está realizada en acero sin pintar y consiste en una estructura cuadrada que evoca un marco o ventana. En su centro se recortan siluetas de varias orquídeas, acompañadas por una cortina de agua que, en su funcionamiento original, descendía por la superficie vertical y alimentaba un espejo de agua en el piso. Esta composición buscaba establecer una conexión simbólica entre las formas florales, el agua y el paisaje circundante que se aprecia a través del “marco-ventana”, exaltando las riquezas naturales del municipio.

Actualmente, el sistema hidráulico de la obra no se encuentra en funcionamiento, lo que afecta negativamente su imagen y deja incompleto el sentido expresivo de la pieza.

Fecha: 2008 Ubicación: Carrera 6 con calle 6 Tipo: Patrimonio Cultural mueble

29. Almacén Novedades – Familia Hatter

Se presume que esta edificación fue construida hacia la década de 1890, siguiendo las características propias de las casonas de la época. La distribución original contemplaba locales comerciales en el primer piso y vivienda familiar en el segundo nivel.

Ubicada sobre la carrera 6 —calle que ha sido eje comercial de Fusagasugá desde finales del siglo XIX—, ha albergado distintos establecimientos a lo largo del tiempo. Uno de los más recordados fue el Almacén Novedades, dedicado a la venta de telas y confecciones, que funcionó por varios años desde mediados del siglo XX hasta la década de 1970.

El negocio era propiedad de la familia Hatter (frecuentemente pronunciado o registrado como “Jater”), quienes llegaron a Fusagasugá junto con otras familias de origen libanés, en el marco de los procesos migratorios provenientes del Medio Oriente que se dieron en Colombia en las primeras décadas del siglo XX. Como ocurrió en muchas regiones del país, estas familias fueron denominadas popularmente como “turcos”, debido a un malentendido generalizado, ya que sus pasaportes provenían del Imperio Otomano, sin que necesariamente correspondieran a esa nacionalidad.

Fecha: 2008 Ubicación: Carrera 6 con calle 6 Tipo: Patrimonio Cultural mueble

30. Calle del Comercio (Carrera 6)

Desde los orígenes de Fusagasugá, la carrera sexta ha sido la vía principal del municipio, posiblemente por constituir el acceso natural desde Bogotá. En esta calle se desarrollaron, durante las primeras centurias, los principales acontecimientos políticos, sociales y culturales de la ciudad.

Durante el siglo XIX fue conocida como Calle de Bolívar, denominación que da cuenta de su relevancia. En esta misma época, y hasta mediados del siglo XX, la carrera sexta fue escenario de las procesiones religiosas más importantes, así como de las celebraciones por las victorias políticas de los gobiernos liberales.

Se trata, además, del primer sector comercial que se consolidó en la ciudad durante el siglo XIX. En las primeras décadas del siglo XX, comenzaron a aparecer los primeros hoteles de Fusagasugá. De este periodo aún se conservan algunas edificaciones del costado occidental, que originalmente albergaban almacenes que abastecían a los comercios y graneros de toda la región del Sumapaz. Entre sus características arquitectónicas se destaca el gran alerón sobre el andén, probablemente diseñado para facilitar la circulación peatonal en días de lluvia, permitiendo así la continuidad de la actividad comercial.

En la década de 1930, bajo la presidencia de Enrique Olaya Herrera, se promovió la pavimentación de esta vía, convirtiéndola en la primera calle pavimentada de la ciudad.

Sin embargo, desde hace al menos una década, la calle ha venido sufriendo un deterioro paulatino que ha llevado al cierre de numerosos establecimientos comerciales y a la demolición de varias edificaciones, reemplazadas por parqueaderos para vehículos.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Carrera 6 entre calles 6 y 9 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria urbana

31. Antiguo Teatro Lido

Se presume que el inmueble fue construido antes de 1920, con características arquitectónicas coloniales. Así lo narra la artista colombiana Emma Reyes en su libro Memorias por correspondencia (2015), donde evoca su infancia en Fusagasugá.

En el patio central de la vivienda original se adaptó un espacio para espectáculos escénicos, conocido inicialmente como Teatro Oriental. Según el testimonio de Reyes, allí se presentaban compañías de teatro y ballet que visitaban la ciudad unas tres veces al año.

 

Posteriormente, la edificación fue reformada, se le añadieron varios pisos y el teatro fue acondicionado para la proyección cinematográfica. Esta transformación se atribuye, de forma presunta, a una familia de origen sirio-libanés que había llegado a Fusagasugá en las primeras décadas del siglo XX. El recinto pasó entonces a llamarse Teatro Lido. El teatro funcionó hasta la década de 1950, cuando fue trasladado a la carrera 6 entre calles 7 y 8, recibiendo el nuevo nombre de Teatro Escorial.

Actualmente, el edificio se encuentra en estado de deterioro, reflejo de las transformaciones urbanas del sector, donde el comercio ha migrado hacia otras zonas del municipio. El inmueble opera hoy como inquilinato y no ha recibido mantenimiento adecuado en muchos años.

A pesar de ello, el lugar ha cobrado nueva relevancia gracias al texto de Emma Reyes, quien en la carta número nueve de su libro autobiográfico describe con notable detalle la espacialidad y el uso de la edificación durante la década de 1920, cuando era apenas una niña. Esta narración constituye un valioso documento de memoria que permite reconstruir la historia cultural y urbana de Fusagasugá desde una perspectiva íntima y testimonial.

 

Fecha: Siglo XX Ubicación: Calle 5 entre carreras 4 y 5 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria

32. Corredor Ancho
(Chichería El Buen Punto)

En la esquina suroriental de la carrera 6 con calle 5 se ubicaba una antigua edificación de origen colonial —hoy desaparecida— donde funcionó una de las chicherías más emblemáticas de la Fusagasugá del siglo XIX: El Buen Punto. Su nombre hacía alusión al “punto ideal” que debía tener la chicha, lo que le otorgaba reputación como la mejor de la región.

A comienzos del siglo XX, con la llegada de la cerveza industrial producida en Bogotá por la fábrica fundada por el alemán Leo Kopp, se inició un proceso de desprestigio hacia la chicha, que culminó con su prohibición. Este cambio marcó el declive de la chichería y el cierre definitivo del negocio en ese lugar.

Durante el siglo XX, la edificación acogió distintos establecimientos, reflejo del auge comercial de este sector en la ciudad. Uno de los más recordados fue una tienda de venta de colchones y muebles, que funcionó hasta épocas recientes.

El nombre Corredor Ancho surgió popularmente en décadas posteriores, en alusión al amplio corredor que presentaba la edificación sobre la carrera sexta. Esta característica arquitectónica se mantuvo visible hasta la década de 2020, cuando el inmueble fue finalmente demolido.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Esquina suroriental de la carrera 6 con calle 5 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria

33. Calle Caliente

La historia de esta calle y su controvertido nombre se remonta a la primera mitad del siglo XX. En ese entonces, funcionaban allí varios cafés donde se servía aguardiente a los comerciantes que llegaban a Fusagasugá para realizar negocios, especialmente en torno a la compra y venta de productos que se comercializaban en las calles vecinas.

Con frecuencia, el consumo de licor provocaba discusiones entre los asistentes, que en ocasiones derivaban en riñas a golpes, desarrolladas en plena vía pública. La recurrencia de estos enfrentamientos dio origen al apodo Calle Caliente, expresión que hacía alusión directa al carácter conflictivo y efervescente del ambiente que allí se vivía.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Calle 5 entre carreras 6 y 7 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria

34. Primeros hoteles (El Sol y Los Sauces)

En el tramo de la carrera sexta entre calles cuarta y quinta se ubicaron los primeros hoteles de Fusagasugá, estrechamente vinculados con la actividad comercial de la llamada Calle Caliente. Estos alojamientos recibían a los comerciantes regionales que llegaban a la ciudad para participar en el intercambio de productos desde finales del siglo XIX.

La localización de estos hoteles parece responder a su cercanía con una de las vías de acceso más importantes a Fusagasugá desde Bogotá. Se presume, además, que muchos de estos negocios surgieron a partir de la década de 1930, cuando se construyó la carretera que conectaba Fusagasugá con Bogotá a través del sector de San Miguel. Esta obra impulsó la aparición de servicios regulares de transporte de pasajeros entre el municipio y la capital, lo que trajo consigo un aumento en la llegada de visitantes por motivos comerciales y turísticos. Esta nueva dinámica generó la necesidad de ofrecer hospedaje como un servicio formal y organizado.

Dos de los hoteles más antiguos que aún conservan su ubicación original son el Hotel El Sol y el Hotel Los Sauces. En el caso del Hotel El Sol, destaca su fachada, cuya arquitectura corresponde al lenguaje propio de los años 1930, incorporando elementos característicos del movimiento artístico Art Decó.

Por su parte, el Hotel Los Sauces llama la atención por su aviso luminoso, el cual mantiene la estética original y conserva su disposición perpendicular a la fachada. Este tipo de señalización fue muy común durante las décadas de 1960 y 1970, hasta que comenzaron a ser reguladas por los gobiernos de la época por considerarse formas de contaminación visual. Lo notable es que el aviso del hotel ha permanecido hasta nuestros días e incluso conserva el número telefónico de cuatro dígitos, característico del sistema telefónico en vigor hasta mediados del siglo XX.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Carrera 6 entre calles 4 y 5 Tipo: Patrimonio cultural inmaterial / memoria

35. Chorro de Padilla

Se cree que desde 1891 existe en Fusagasugá el legendario Chorro de Padilla, una fuente pública que desde entonces ha suministrado agua alimentada por la corriente de la quebrada Los Curos.

Hacia la década de 1940 aún se conservaba la pila original construida en piedra, la cual —según se infiere— poseía cierto valor estético, vinculado a decoraciones de lenguaje ecléctico, propias del periodo republicano. Esta estructura desapareció con el tiempo y fue reemplazada por una pila de concreto con cuatro canillas, que también sufrió deterioro progresivo y actos de vandalismo hasta su eventual desaparición.

En años recientes, el Chorro de Padilla fue restituido con un diseño contemporáneo, resultado de un concurso promovido por la Secretaría de Cultura de Fusagasugá.

El valor de este lugar reside en su estrecha relación con la memoria del antiguo sistema de abastecimiento de agua en el municipio, anterior a la construcción del acueducto. Dicho sistema consistía en una red de pilas públicas que suministraban agua a los habitantes del casco urbano, siendo el Chorro de Padilla el único vestigio sobreviviente de ese modelo de suministro.

En varias ocasiones, cuando se han producido cortes en el servicio del acueducto, los habitantes han podido recurrir a esta fuente como alternativa de abastecimiento. No obstante, es importante señalar que, debido a la contaminación de la quebrada Los Curos, el agua ya no es apta para el consumo humano.

Fecha: Circa 1890 Ubicación: Calle 4 entre carreras 4 y 5 Tipo: Patrimonio Cultural mueble

36. Escuela Julio Sabogal

El predio donde actualmente se ubica la Escuela Julio Sabogal fue, desde finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, el antiguo cementerio de Fusagasugá. En 1915, este fue trasladado a su ubicación actual debido a la construcción del Hospital San Rafael en un terreno cercano, situación que se consideró incompatible por razones de higiene.

Tras el traslado, el lote permaneció sin uso hasta la década de 1960, cuando se edificó la sede escolar actual. Inaugurada en 1964, la escuela fue promovida por el programa Alianza para el Progreso con el propósito de ofrecer educación primaria exclusivamente a niños.

La arquitectura de la edificación se destaca por su diseño específico para uso educativo. Incorpora jardines interiores que permiten una buena iluminación natural en las aulas y favorecen la integración con el entorno. También presenta una notable composición de celosías para ventilación que configuran las fachadas, así como un teatro acondicionado para actividades culturales, el cual aún se conserva.

Otro elemento destacado del conjunto son las palmas reales sembradas en su perímetro por iniciativa del entonces alcalde Teodoro Aya. Estas palmas, aún presentes, aportan belleza e identidad paisajística al sector.

La escuela ha sido objeto de algunas ampliaciones a lo largo del tiempo, lo que ha modificado parcialmente el proyecto original y ha alterado su lectura arquitectónica desde la vía pública.

Fecha: 1964 Ubicación: Calle 3 # 8–34 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble / arquitectónico

Ruta 2 - Sector Nororiental.

37. Antiguo Ancianato San Rafael

El predio fue donado por el señor Manuel Aya Caicedo a finales del siglo XIX con el propósito de construir el Hospital de la Caridad San Rafael. Gracias a este gesto filantrópico, Aya Caicedo fue reconocido como uno de los principales benefactores de Fusagasugá, papel que compartieron otros miembros de su familia.

La edificación fue construida por la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús y entró en funcionamiento en 1893. Su implantación en las afueras del casco urbano, así como la disposición volumétrica en pabellones con crujías a dos aguas y galerías exteriores, respondía al modelo higienista europeo de arquitectura hospitalaria, organizado bajo la forma de campus abierto.

En 1936, mediante la Ordenanza N.º 43 de la Asamblea de Cundinamarca, el hospital fue renombrado como Hospital Provincial San Rafael de Fusagasugá.

Dentro del complejo también funcionaban dos ancianatos vinculados al hospital: uno para hombres, ubicado sobre la carrera 7, y otro para mujeres, sobre la carrera 8.

En 1972, el Hospital San Rafael fue trasladado a un nuevo edificio de arquitectura moderna. Sin embargo, los ancianos permanecieron en las instalaciones originales, por lo que fue necesario crear una figura administrativa específica para su cuidado. Así nació la Fundación Los Crepúsculos, conformada por el Hospital San Rafael, la Cruz Roja Colombiana y la Alcaldía de Fusagasugá.

Fecha: Circa 1950 Ubicación: Carrera 6 # 7–77 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria

38. Café del Otro Mundo

El cruce entre la carrera séptima y la calle quinta ha sido históricamente un lugar emblemático de Fusagasugá, por la variedad de locales comerciales que allí han funcionado.

En la esquina suroccidental se encontraba la tienda de doña María Romero, donde operaba un café con rockola muy frecuentado por los matarifes que trabajaban en el sector conocido como la calle de las famas (calle quinta entre carreras sexta y séptima).

Doña María Romero fue además propietaria de varias rockolas distribuidas en distintos cafés del municipio. Estas máquinas, que funcionaban con monedas, reproducían música en discos de vinilo de 45 r.p.m. seleccionados por los clientes para ambientar el lugar. Su diseño moderno, con luces de colores, las hizo muy populares durante la segunda mitad del siglo XX. El establecimiento fue conocido con el nombre de Nuevo Mundo y funcionó desde mediados de la década de 1960 hasta los años 1980.

En la esquina suroriental del cruce se encontraba el almacén de granos de doña Cleofé Rojas, donde además de vender garbanzos, lentejas y otros productos secos, se comercializaba panela proveniente del trapiche de la familia Cruz, ubicado en la vereda Viena. En aquella época, Fusagasugá era reconocida regionalmente por la calidad de su panela y por los alfandoques, dulces artesanales elaborados con caña de azúcar y envueltos en balso de plátano.

Finalmente, este cruce también es recordado por la presencia de la funeraria Lourdes, ubicada en la esquina nororiental, que aún permanece en funcionamiento y forma parte de la memoria viva del sector.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Esquina suroccidental de la carrera 7 con calle 5 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria

39. Emisora Nueva Época

La emisora Nueva Época fue fundada el 7 de agosto de 1953 bajo el nombre de Ondas de Fusacatán. Por su trayectoria y cobertura ha sido reconocida como una de las emisoras más antiguas y representativas de la región del Sumapaz y el Alto Magdalena.

Durante décadas, su señal ha llegado también a municipios de los departamentos del Tolima, Huila y Meta, consolidando un legado que trasciende lo local. Ha sido, además, la escuela de formación de reconocidos periodistas colombianos como Carlos Arturo Rueda C. (q. e. p. d.), Armando Moncada Campuzano, Jimmy García y Eduardo Aponte Rodríguez, entre otros.

En sus inicios, la emisora funcionó sobre la carrera sexta entre calles séptima y octava. En ese mismo lugar operaba un radioteatro donde, los domingos, se realizaban concursos de canto infantil transmitidos en directo.

En la década de 1970, la emisora fue trasladada al edificio del Club Fusacatán, ubicado en la Avenida Las Palmas. Más recientemente, se estableció en su sede actual sobre la carrera séptima entre calles quinta y sexta.

Uno de los patrimonios más valiosos de la emisora es su extensa colección de discos de vinilo (acetatos), que constituye una memoria musical y cultural de gran valor para el municipio.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Carrera 7 entre calles 5 y 6 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria

40. Palacio Municipal

El deseo de construir un Palacio Municipal en Fusagasugá se remonta a 1936, cuando el Concejo Municipal, mediante el Acuerdo No. 27 del 22 de agosto, ordenó su edificación con el fin de concentrar en un solo lugar todas las oficinas de la administración, que hasta entonces se encontraban dispersas por el casco urbano.

Tres años después ya estaban listos los planos del proyecto, pero no fue sino hasta 1954 que se dio inicio a la ejecución de la obra.

La envergadura del edificio refleja el interés de la clase política local por posicionar a Fusagasugá como posible capital departamental, aspiración surgida tras la transformación de Bogotá en Distrito Especial (Martínez, 2005). Esta ambición se materializa en las dimensiones del edificio, cuya construcción se prolongó más de lo previsto.

En 1961, por medio del Acuerdo Municipal No. 9, se contrató a la Sociedad INCAS Ltda. para continuar la obra, la cual fue finalizada en 1967.

La construcción del Palacio Municipal, junto con la decisión de trasladar la plaza de mercado a una nueva edificación en la década de 1960, transformó el carácter de la Plaza Mayor. A partir de entonces, este espacio adquirió un valor cívico e institucional que consolidó su papel como núcleo administrativo de la ciudad.

Fecha: 1954–1967 Ubicación: Calle 6 # 6–24 (Plaza Mayor) Tipo: Patrimonio Cultural inmueble / arquitectónico

41. Escultura Bromelia

Esta composición escultórica, realizada en láminas de hierro oxidadas y soldadas en sus bordes, presenta una estructura que evoca la forma de una ventana. Desde su costado superior izquierdo cuelga la silueta de una orquídea, mientras que en el extremo inferior derecho se recortan formas que representan diversos elementos florales.

La obra, de autoría del artista Luis Flores Gaitán, rinde homenaje a los habitantes de Fusagasugá y resalta el valor simbólico de una de sus flores insignes, en concordancia con su denominación como Ciudad Jardín de Colombia.

Además de su función estética, la escultura integra un componente hidráulico que alude a la simbología del agua: el líquido fluía a través del cuerpo de la obra, descendía por su superficie y se recogía en una pileta en el piso. Sin embargo, este sistema se encuentra actualmente fuera de funcionamiento, lo que impide apreciar plenamente el sentido original de la pieza.

Fecha: 2008 Ubicación: Carrera 7 con calle 6 Tipo: Patrimonio Cultural mueble

42. Café Tayrona

El auge económico derivado del comercio del café transformó profundamente a Fusagasugá. El municipio pasó rápidamente de estar conformado por viviendas de una sola planta con cubiertas vegetales —descritas en crónicas de viajeros de la época— a edificaciones de estilo republicano, de una y dos plantas, con patios internos. Algunas de estas construcciones aún se conservan en las cercanías y en el marco de la Plaza Mayor.

 

Muchos de estos inmuebles albergaron en sus primeros pisos locales comerciales vinculados con la economía cafetera: expendios, centros de manufactura o tiendas de productos elaborados por los artesanos liberales de la época.

Este edificio, ubicado en una esquina, es una construcción de estilo republicano que destaca por elementos de valor arquitectónico como la carpintería en madera, los ornamentos en torno a los vanos de fachada y la cornisa. Su integración armónica con los demás edificios que rodean la Plaza Mayor le otorga un valor adicional, al inscribirse en una lectura urbana colectiva de gran significación.

Durante cierto periodo, el inmueble fue propiedad de la reconocida familia Pabón Montes. Allí funcionó la prestigiosa Fuente de Soda El Tayrona, y en su interior también operaron las Inspecciones Municipales Primera y Segunda de Policía.

Fecha: Circa 1890 Ubicación: Calle 7 # 7–05 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble / arquitectónico

43. Clínica Fátima

Este inmueble, ubicado sobre la calle 7 entre carreras 8 y 9, corresponde a un conjunto compuesto por dos edificaciones colindantes levantadas en un mismo predio. Ambas presentan un lenguaje arquitectónico influenciado por el estilo Tudor, inspirado en las viviendas del barrio Teusaquillo de Bogotá. Este estilo se manifiesta en el uso de ladrillo a la vista, ventanas con carpintería metálica y marcos de concreto en altorrelieve, porches de acceso con arcos y remates en muro hastial de pronunciada pendiente.

Además de su particular lenguaje formal, el inmueble conserva un antejardín, condición poco frecuente en edificaciones del centro de Fusagasugá. También destaca la separación con el predio colindante hacia el occidente, que constituye el acceso vehicular al solar posterior.

Su singularidad le otorga un valor estético excepcional, dado que —aunque no responde a ninguno de los procesos históricos constructivos predominantes en el municipio— representa una muestra valiosa de arquitectura con influencias foráneas que merece ser conservada.

Según registros, la primera vivienda fue construida hacia 1955, y la segunda edificación posterior a 1971, como lo evidencian las aerofotografías disponibles.

Fuentes orales indican que la transformación del conjunto en clínica fue impulsada por los médicos Daniel Cubillos y Edgar Parra, figuras de gran prestigio en su momento. Se trató de la primera institución de este tipo en la localidad, consolidada durante la década de 1970. Es posible inferir que la segunda edificación fue construida con el fin de ampliar el inmueble y facilitar su reconversión al nuevo uso hospitalario.

Tras el fallecimiento del médico propietario, la clínica entró en decadencia y, eventualmente, cambió de uso. En años posteriores, sus instalaciones fueron utilizadas como internado bajo la administración del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Fecha: 1950 Ubicación: Calle 7 # 8–35 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

44. Casona Madrigal

Este inmueble, ubicado sobre la calle 7 entre carreras 8 y 9, corresponde a un conjunto compuesto por dos edificaciones colindantes levantadas en un mismo predio. Ambas presentan un lenguaje arquitectónico influenciado por el estilo Tudor, inspirado en las viviendas del barrio Teusaquillo de Bogotá. Este estilo se manifiesta en el uso de ladrillo a la vista, ventanas con carpintería metálica y marcos de concreto en altorrelieve, porches de acceso con arcos y remates en muro hastial de pronunciada pendiente.

Además de su particular lenguaje formal, el inmueble conserva un antejardín, condición poco frecuente en edificaciones del centro de Fusagasugá. También destaca la separación con el predio colindante hacia el occidente, que constituye el acceso vehicular al solar posterior.

Su singularidad le otorga un valor estético excepcional, dado que —aunque no responde a ninguno de los procesos históricos constructivos predominantes en el municipio— representa una muestra valiosa de arquitectura con influencias foráneas que merece ser conservada.

Según registros, la primera vivienda fue construida hacia 1955, y la segunda edificación posterior a 1971, como lo evidencian las aerofotografías disponibles.

Fuentes orales indican que la transformación del conjunto en clínica fue impulsada por los médicos Daniel Cubillos y Edgar Parra, figuras de gran prestigio en su momento. Se trató de la primera institución de este tipo en la localidad, consolidada durante la década de 1970. Es posible inferir que la segunda edificación fue construida con el fin de ampliar el inmueble y facilitar su reconversión al nuevo uso hospitalario.

Tras el fallecimiento del médico propietario, la clínica entró en decadencia y, eventualmente, cambió de uso. En años posteriores, sus instalaciones fueron utilizadas como internado bajo la administración del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).

Fecha: Circa siglo XVIII Ubicación: Calle 7 # 7–63 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

45. Cárcel Municipal

El edificio donde actualmente funciona la cárcel municipal fue, hasta la década de 1940, la sede de las oficinas de la administración local. Además, en este mismo lugar operó la primera biblioteca municipal.

Se destaca especialmente la donación realizada por don Manuel Aya Díaz, quien entregó al municipio su colección personal de libros, compuesta por un importante número de ejemplares. Esta colección se conserva actualmente en la Biblioteca Municipal.

A partir de 1940, el inmueble fue adecuado para albergar la cárcel del circuito, luego de que el Departamento de Cundinamarca transfiriera al municipio la responsabilidad sobre el manejo carcelario. Esta decisión obligó a trasladar las instalaciones que hasta entonces se ubicaban en el costado oriental de la Plaza Principal.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Carrera 8 # 7–51 Tipo: Patrimonio Cultural Inmaterial / Memoria

46. Casa de los Cruz Guarín

La edificación ubicada en la esquina nororiental de la carrera 8 con calle 8 es una de las pocas muestras que aún se conservan en Fusagasugá de la arquitectura surgida a finales del siglo XIX, en el contexto del auge económico cafetero. Esta tipología se caracteriza por una transición estilística entre la arquitectura colonial y la republicana.

El inmueble conserva elementos propios del lenguaje colonial, como el volumen de geometría pura, la cubierta inclinada y los alerones sobre la fachada. Al mismo tiempo, incorpora recursos ornamentales característicos del repertorio republicano, como cornisas, cenefas, arcos rebajados, esquinas redondeadas y barandas de hierro forjado con detalles decorativos.

En cuanto a su organización funcional, presenta locales comerciales en el primer nivel y vivienda en el segundo, una disposición típica de finales del siglo XIX, cuando se consolidaron construcciones que combinaban usos residenciales y comerciales para su renta.

Esta lógica edilicia está directamente relacionada con la vocación comercial de la calle 8, que en esa época funcionaba como vía de ingreso al municipio desde el sector occidental, conectándose con el antiguo camino a Tibacuy.

Fecha: Circa 1890 Ubicación: Esquina nororiental de la carrera 8 con calle 8 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

47. Edificio Santander

El Edificio Santander forma parte de un conjunto de inmuebles de lenguaje moderno racionalista, característicos del proceso de modernización urbana que vivieron muchas ciudades colombianas —incluida Fusagasugá— entre las décadas de 1950 y 1970. Estas transformaciones arquitectónicas estuvieron asociadas, en este caso, a la ampliación de la Avenida de las Palmas.

Inicialmente se construyó el Edificio Las Palmas, con fachada hacia la avenida y una característica curva en la esquina que define su volumen. Posteriormente, el conjunto se amplió hacia la carrera séptima, completando el predio original. Esta ampliación se articuló mediante un corredor que conecta con un zaguán de acceso desde la carrera 7, y ese nuevo tramo pasó a denominarse Edificio Santander.

Durante varios años, en el Edificio Las Palmas funcionaron los Juzgados de Familia y Civiles, así como las oficinas del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), lo que refuerza su importancia institucional y administrativa dentro del centro urbano de Fusagasugá.

Fecha: 1954 Ubicación: Carrera 7 # 8–14 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

48. Puente del Águila

El puente ubicado en la transversal 12 —también conocida como Avenida Manuel Humberto Cárdenas— con carrera 9, cruza la quebrada La Parroquia, la cual recoge las aguas de la quebrada El Arrastradero. Este paso ha sido reconocido históricamente como un lugar emblemático de Fusagasugá, ya que durante el siglo XIX y principios del siglo XX marcó la entrada suroccidental al municipio y su conexión con la región del Sumapaz.

Aunque en la actualidad el puente no es fácilmente perceptible debido a las transformaciones viales y al recubrimiento asfáltico moderno, el sitio sigue siendo identificado como un hito urbano y punto de referencia para los habitantes.

El lugar está cargado de memoria simbólica, en parte gracias a una de las leyendas más conocidas de la región, la cual —según se presume— dio origen al nombre del puente. Cuenta la historia que una joven campesina llamada Bertilda llegó a Fusagasugá con el propósito de aprender modistería y así poder ayudar a sus padres, quienes atravesaban dificultades económicas a causa de una prolongada sequía.

Durante su estancia en el pueblo, Bertilda se enamoró de un apuesto comerciante que solía cruzar el puente frente a la casa donde ella se hospedaba. Tras varias insinuaciones, accedió a entablar una relación con él. No obstante, tiempo después descubrió —por boca de una vecina— que su amante estaba casado y tenía tres hijos.

Afligida y llena de rabia por la traición, Bertilda abandonó la costura y se dedicó a aprender magia negra, hasta convertirse —según la leyenda— en una poderosa bruja. Para ejecutar su venganza, adoptó la forma de una gigantesca águila negra que todas las noches se posaba en la copa de un árbol junto al puente, esperando al hombre que la había engañado.

Una noche, cuando el comerciante regresaba ebrio a casa, ella se abalanzó sobre él, lo hirió gravemente y lo llevó hasta una zona agreste del cerro Fusacatán, donde lo abandonó y jamás se volvió a saber de él. Desde entonces, según la leyenda, Bertilda continuó acechando a hombres mujeriegos, borrachos o infieles, a quienes atacaba y dejaba colgados en los árboles del cerro hasta que alguien los rescatara.

Así fue como, a partir de este relato popular, el sitio comenzó a ser llamado Puente del Águila.

No obstante, existe otra versión, menos fantástica y más reciente, que sugiere un origen distinto del nombre. Según esta versión, en la década de 1940 se instaló una agencia distribuidora de la cerveza Águila —empresa de origen barranquillero— en una casa quinta ubicada muy cerca del puente, cuyos vestigios aún se conservan. La presencia de esta agencia habría llevado a que, por asociación popular, el puente adquiriera el nombre de Puente del Águila.

Curiosamente, antes de la década de 1970 el puente era referido como Puente de la Águila, con artículo femenino. Fue en esos años cuando comenzó a consolidarse la denominación actual. La agencia cervecera funcionó allí hasta que fue trasladada a la carrera 8 entre calles 9 y 10 (costado oriental), donde operó hasta su desaparición en la década de 1990.

Fecha: Siglo XX Ubicación: Transversal 12 con carrera 9 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble / urbano

49. Quinta del Molino (Casa del Molino)

La Casa del Molino fue construida en los primeros años del siglo XX por Germán Cubillos y su familia, con el fin de albergar un molino de harinas de maíz y trigo. Además de esta función, la edificación también generaba energía utilizada para operar un aserradero, lo que la convierte en un ejemplo temprano de aprovechamiento híbrido de infraestructura industrial en la zona.

Hacia la década de 1950, la propiedad fue adquirida conjuntamente por el Departamento de Cundinamarca y el Municipio de Fusagasugá, con el objetivo de establecer allí el Centro Modelo de Higiene. Este centro fue pionero en nuevas prácticas médicas en el país, al enfocarse en la prevención y la promoción de la salud. Adicionalmente, sirvió como albergue para personas desplazadas por la violencia, en especial niños y niñas huérfanas.

Según relatos de la época, el último nivel del inmueble —un altillo de madera— se deterioró significativamente, pues servía como dormitorio colectivo de los infantes. Ante la ausencia de instalaciones sanitarias adecuadas y de elementos como pañales, el uso continuo del espacio contribuyó al daño irreversible del entablado de madera.

La construcción del nuevo Hospital San Rafael en 1972 marcó el fin del uso higienista de la casa y dio inicio a una etapa de cambios sucesivos en su funcionalidad. Uno de los usos más destacados fue como residencia estudiantil del Instituto Técnico Universitario de Cundinamarca, luego de que el municipio, mediante el Acuerdo Municipal No. 14 de 1975, entregara el inmueble en comodato a dicha institución educativa.

Posteriormente, la edificación fue utilizada como bodega, y finalmente, en 1996, durante la administración del alcalde César Manrique, se destinó como sede de la Fiscalía General de la Nación, función que conserva hasta hoy.

Fecha: 1929 Ubicación: Calle 16 # 7–245 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

50. Monumento a la Rumba Criolla

Esta escultura, ubicada en la entrada de la Biblioteca Pública Manuel María Aya, se ha convertido en un símbolo de la cultura fusagasugueña. Su presencia en el espacio público invita a los transeúntes a participar de las expresiones artísticas y a reconocer el valor de las tradiciones locales.

La figura representada porta el traje típico de la región y adopta una postura que evoca los movimientos característicos de la rumba criolla, baile tradicional del municipio. Según versiones orales, la obra rinde homenaje a una niña que formaba parte de un grupo de danzas folclóricas y falleció trágicamente durante un viaje de presentación. Si bien este relato no ha sido documentado oficialmente, ha contribuido a fortalecer el vínculo emocional de la comunidad con la pieza.

La escultura presenta una composición dinámica en tensión, lograda por la postura del cuerpo inclinado hacia adelante y el rostro girado en dirección contraria, generando un desplazamiento del eje central. Las manos, ubicadas hacia el centro, equilibran visualmente la figura.

El volumen se concentra en la parte inferior del cuerpo, especialmente en la falda, que amplía la masa escultórica. No obstante, se percibe una ruptura compositiva entre los pliegues frontales y el resto de la falda, lo que afecta la unidad formal. El movimiento también se expresa en los detalles de la blusa, en la postura de las manos y en la expresividad del rostro, que presenta rasgos definidos a manera de retrato campesino.

Las manos exhiben un alto grado de detalle anatómico —huesos, músculos, uñas—, mientras que los pliegues de la falda muestran líneas angulares e irregulares, con acabados menos cuidados que contrastan con la precisión de la anatomía. Las líneas que recorren la falda varían en grosor, acentuando esta irregularidad.

Pese a estos contrastes, el uso de una paleta cromática fría aporta realismo y enriquece la composición general. Las dimensiones de la obra permiten su correcta apreciación en el espacio abierto donde se encuentra instalada.

Fecha: 2011 Ubicación: Calle 6 # 6–24 (entrada Biblioteca Pública Manuel María Aya) Tipo: Patrimonio Cultural mueble

51. Quinta Tulipana

La Tulipana fue originalmente parte de la antigua Quinta de Balmoral hasta antes de 1944, cuando el señor Jaime Rodríguez Lalinde adquirió una fracción del terreno y le dio el nombre de Santa Cruz. Tras su fallecimiento, su hija vendió la propiedad en 1952 a la señora Tulia Pinto de Sáenz, quien rebautizó la casa con el nombre que conserva hasta hoy: La Tulipana.

Durante la década de 1960, el alcalde Teodoro Aya solicitó autorización del Concejo Municipal para gestionar un préstamo destinado a la compra del predio, con el propósito de construir en él centros educativos y espacios de recreación.

Mediante el Acuerdo Municipal No. 12 de 1974 se facultó al alcalde Aya Villaveces para adquirir formalmente la propiedad, lo cual se concretó mediante la escritura pública No. 1400 del 28 de agosto de ese mismo año.

A partir de entonces, el predio fue destinado a funciones educativas y culturales. Allí se construyeron el Jardín Infantil La Tulipana, la Escuela La Tulipana y, en la vivienda principal, se estableció la Casa de la Cultura, que por varios años había operado de forma itinerante debido a la falta de una sede permanente.

La Quinta Tulipana posee un valor significativo no solo por haber sido el escenario de importantes procesos culturales de la ciudad, sino también por sus cualidades arquitectónicas. Su presencia se distingue dentro del tejido urbano de Fusagasugá, no solo por su historia institucional, sino por su carácter singular dentro del conjunto de viviendas suburbanas construidas en la primera mitad del siglo XX.

Fecha: Circa 1940 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

52. Quinta Fontanar

Durante las primeras décadas del siglo XX, el auge económico impulsó la construcción de numerosas viviendas de recreo por parte de familias de élite bogotana, que veían en Fusagasugá un lugar ideal para el descanso. Estas quintas respondían no solo a una necesidad climática y de ocio, sino también a la intención de marcar distancia social con la población local, tanto en prácticas como en costumbres.

La interacción entre estos dos sectores sociales era limitada, y se daba principalmente a través del trabajo doméstico y el suministro de bienes y servicios por parte de los habitantes del municipio. Las familias propietarias de estas quintas pertenecían, en su mayoría, a una burguesía mercantil vinculada al comercio exterior, a las profesiones liberales, al periodismo, la divulgación cultural y, en algunos casos, a la alta política nacional.

Las quintas de recreo se establecieron preferentemente a lo largo del antiguo camino hacia el río Magdalena, zona que en su momento concentraba la actividad económica y comercial más dinámica del municipio, así como una creciente densificación urbana.

En este contexto se inscribe la Quinta Fontanar, como parte de ese conjunto de residencias vacacionales construidas por familias de origen cafetero. Entre los propietarios de este tipo de inmuebles destacan: la familia Aya, propietaria de Balmoral; los Mazuera, inicialmente dueños de una finca en Viotá y luego de Floridablanca; la familia Williamson, de La Hacienda La Puerta; Ismael García, de La Venta; los Liévano, de Quebrajacho y Bethania; y los Caballero Ferreira, propietarios de El Chocho y luego de la quinta de recreo La Merced.

Fecha: Circa 1940 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

53. Cementerio Nuestra Señora de Belén

Los inmuebles asociados al clero en Fusagasugá son escasos, en parte porque durante el periodo colonial el municipio fue clasificado como pueblo de indios. Por esta razón, dentro del inventario patrimonial solo se identifican tres edificaciones vinculadas al clero: la Iglesia de Nuestra Señora de Belén, la Casa Cural y la portada del cementerio.

El primer cementerio del municipio se ubicaba frente al Hospital de la Caridad San Rafael, sobre el costado norte, en el sector donde hoy se encuentran la Escuela Julio Sabogal y las instalaciones de la Federación Agraria Nacional (FANAL), entre las calles segunda y tercera con carrera octava. A comienzos del siglo XX, este fue reemplazado por el actual camposanto, donde aún se conserva su histórica portada.

Aunque el cementerio fue inaugurado en 1910, la portada que lo caracteriza fue añadida o renovada posteriormente, como lo indica la inscripción tallada en piedra con la fecha 12 de enero de 1927. Su construcción se realizó por iniciativa del sacerdote Julio Sabogal y los Hermanos de La Salle.

En la primera década del siglo XXI, el cementerio fue renovado casi en su totalidad, pero la portada original se conservó como testimonio material de su historia y origen.

Fecha: Circa 1940 Tipo: Patrimonio Cultural inmueble

Créditos

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